domingo, 2 de enero de 2011

Vitalidad y autosignificado de la obra de arte contemporánea


AMABLE LOPEZ MELENDEZ

A la hora de enfrentarnos al análisis de la obra de 
arte contemporánea no debemos confundir su interpretación con especulaciones sobre la psicología particular de la personalidad creadora.
Los efectos de las prácticas artísticas contemporáneas no son únicamente espejo de los deseos, sentimientos y contradicciones de sus autores, sino que más bien operan como transgresiones polivalentes o reacciones metafóricas de extraordinaria vitalidad autosignificativa.

El artista contemporáneo trabaja con lo que tiene a mano, sea un objeto, un fenómeno natural, una estructura arquitectónica, una idea, un ser amado, un amigo o un “desconocido”. Una forma sintetizada, una materia reciclada, una estética y unos signos contaminados. Una historia, una irrealidad. Su mascota, una fruta, una flor, un pueblo, un ecocidio, un suicidio, una risotada, una profecía. Pero esta manera de elección, por más que siga fascinando a los “románticos” del arte contemporáneo, constituye a penas una poética alternativa, un nuevo pretexto para el ejercicio de la imaginación.

Luís O. Brea Franco nos advierte lucidamente que: “Las obras de arte contemporáneas manifiestan la propia autodestrucción significativa del mundo contemporáneo, en una orgía de libertad, verdad, y autoconocimiento. Y esto lo alcanzan no solo con la manifestación de la presencia, sino con la de su ausencia, con lo obtuso, lo insignificante, lo ininteligible y lo ininteligente. Con ello, avanza una presencia-ausencia, destructora del mito de la realidad objetiva, vigente hasta nuestros días” (Preludios a la Posmodernidad, Sto. Dgo. 2001, p.84).
En efecto, traspasando la desconfianza ante la imagen y el significante, la obra de arte contemporánea se nos presenta como reacción liberadora a través de formas, medios y discursos dramáticamente implicantes, llegando hasta la impugnación de las principales iniquidades del presente: autoritarismo, violencia y terror globalizados. En ocasiones, los artistas logran materializar los efectos de estas prácticas estéticas y antiestéticas como fricciones simbólicas de autentica belleza, admirable originalidad y extraordinaria capacidad significativa.

Un ejemplo paradigmático del potencial críptico, crítico y trascendente del arte contemporáneo, sigue siendo el “Guernica” de Picasso. Sobre esta, que es la más célebre obra monumental del genio malagueño, ejecutada en 1937 y actualmente en la colección del Museo Reina Sofía de Madrid, el destacado crítico de arte Marc Montijano Cañellas nos advierte que: “No representa tan sólo el bombardeo de Guernica, sobrepasa esas circunstancias, presenta la tragedia de la guerra, el desafortunado devenir del ser humano. La información sobre hechos concretos es prácticamente inexistente, pero la intensidad del horror y la violencia se respiran al primer golpe de vista, es un cuadro muy perturbador, donde todos son víctimas, tanto hombres como animales. Picasso denuncia la primera gran masacre de civiles de la época contemporánea, un triste precedente que tendrá sonoros imitadores, pocos años después, en la Segunda Guerra Mundial, y que llega hasta nuestros días en pleno vigor”… (Homines. com, 2004)

Las prácticas artísticas comprometidas y sus efectos determinan una nueva dirección de las emociones, ideales y utopías que revitalizan nuestro tiempo. Poéticas cuestionadoras de los fundamentos de la cultura de la muerte. Poéticas corrosivas de los antivalores que proclaman los violentos, depresivos y decepcionados por la irrealización de las promesas de la modernidad, tales como la del ascenso social o las revolucionarias. Atravesados por la ruptura de los pactos solidarios entre géneros, pueblos y naciones.

Practicar la imaginación como hecho solidario. Resistir la seducción de la industria del espanto y de los rituales hedonistas del Cyborg deslumbrado. Promover los ideales de justicia, respeto y dignidad entre todos los seres humanos. Proteger los santuarios naturales, los espacios culturales sagrados y patrimoniales. Crear y fortalecer las vías alternativas de intercambio cultural entre los pueblos, tales como la danza, el teatro, la música y las distintas manifestaciones del arte contemporáneo, así como celebrar el fuego vital, la capacidad de auto-determinación de la gente y sus habilidades para ampliar los lenguajes, la diversidad cultural y espiritual de la poshumanidad.

Antes de Adviento. Después del Apocalipsis: deberíamos orar cada día más lejos de las iglesias y más cerca de las desgarrantes y conmovedoras verdades que nos revela el arte contemporáneo. Apoyar sólo las prohibiciones de todo lo que mata. Ofrendar nuestras mayores y mejores energías creativas en favor de los sectores más íntegros de nuestra sociedad. Organizar mas jornadas de dialogo, “caminatas” y acciones desde la fraternidad. Trabajar más por las minorías que son mayoría: los niños, las mujeres, los ancianos, los silenciados, los despojados de nuestro tiempo y los resueltos baquianos de las próximas generaciones.

Imágenes
1- Guernica. Pablo Picasso.(1937)
2- La Capsula. Instalación de Marcos Lora Read (2009)

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